divendres, 11 de novembre del 2011

Mi inseminación (19): No eres tú, soy yo...

Siguiendo con el tema de ser la invitada en una boda, no sabes muy bien qué está pasando. Has conseguido ligar con el que piensas que será el hombre de tu vida y, de repente, al cabo de tres semanas, oyes una frase que te perseguirá durante muchos años:
- No eres tú, soy yo.
Frase que, en un principio, te coge por sorpresa, te quedas con la boca abierta, la cara desencajada y los ojos vidriosos. Pero un buen día... la dices tú! Te encuentras diciendo las fatídicas palabras y viendo la cara desencajada del otro, y te sientes bien, muy bien, porque esta vez lo has dicho tú, y te lo crees de verdad, porque es una frase que cuando la dices te sacas mucha culpa de encima. Y te sientes importante al decirlo. Y sabes que en buena parte tienes razón: no es el otro, es culpa tuya, desde un primer momento sabías que la cosa no iría bien; ves cosas raras, detalles que no te gustan; él te gusta, pero sólo es esto, atracción física. Conocer una persona es muy complicado, pero si, encima, no hay la maravillosa química, lo que hace que te arriesgues día tras día porque alguna cosa te dice que vale la pena... Sin esto, tú, y los otros, seguiréis dejando caer:
- No eres tú, soy yo.
Y entre que te la dicen, la dicer e ir titando, te das cuenta que cada vez estás más centrado en el tema, tu círculo de amigos se va restringiendo porque todo el mundo va a su aire y no te acaba de gustar el papel de vela... pasan los meses y... ¡otra fase!
Tus amigos comienzan a separarse (“nos hemos dado un tiempo”), divorciarse (“era lo mejor para los dos”) y te empiezas a enterar de terceras personas, que el prozac corre como el agua... En el fondo siempre has sabido que algunos de ellos se han juntado porque uno u otro tenía un piso, para huir de casa, porque eran los únicos solteros que quedaban y la presión es muy fuerte... Bien, algún que otro se casaba enamorado, pero a veces parecía una plaga, com si se contagiara:
- ¿Estos dos se han casado? – comentaban incluso las personas más cercanas.
Y te extrañabas de una boda que no se aguantaba por ningún lado y que incluso la gente hacía apuestas de cuanto durarían. Y, sobre todo, te dabas cuenta que muchos matrimonios habían ido sosteniéndose porque había hijos por el medio, pero que esto no podía durar mucho tiempo.

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