Mi hija va a hacer cuatro años (sí, pasa muy rápido), y hay una cosa que no cambia con el tiempo: el tema de la intimidad, sobre todo en el cuarto de baño. Desde que gateaba, me iba al lavabo... y ya la tenía dentro! Hiciera a hacer lo que fuese, allí estaba... Y sigue estando. La diferencia es que ahora me da conversación. Se sienta en el suelo, o en un taburete y venga a hablar con los codos. Y cuando va ella, no os penséis, también quiere conversación, normalmente la misma: qué me gusta para comer, qué haremos el sábado, si hoy hay cole, etc, etc.
Que quieres tomarte un baño relajante y durante 10 minutos pensar absolutamente en nada? Ves que está jugando, o leyendo, o mirando los dibujos... Diez minutos te dices, sólo diez minutos. te escabulles de puntillas, preparas la bañera, te metes... y ya escuchas como se abre la puerta lentamente, se arremanga... y nada, que te quiere enjabonar, lavar el pelo, frotar la espalda, explicarte mil historias... y dices, bueno, pues relájate en otro momento... un otro momento que nunca llega.
Y, bueno, qué decir de ese momento que la ves en su habitación, totalmente entretenida con el restaurante de las Barriguitas, te vas a la cocina, y picoteas unas patatas fritas, o algo de bollería industrial, vamos, todo eso que no le dejas comer a ella, y de repente, con un susto de muerte y una vergüenza horrorosa, escuchas una vocecilla que dice: "mama, qué comes?" Y tu ahí tragando rápido, casi ahogándote, le dices que no comes nada, y ella insistiendo, que abras la boca... y se pone la mano en la cintura y te dice: "esta mama...".
Pero bueno, aunque haya escrito esto en un tono jocoso, ojalá dentro de unos años, cuando mi hija esté entrando en la adolescencia, pueda seguir "quejándome" de la falta de intimidad, y me siga explicando sus cosas...
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