De acuerdo con las creencias de cada pueblo, la designación de un culpable se atribuye a un dios, a un espíritu, o al poder de ciertas medicinas. A pesar de la diversidad de formas que adopta, se puede dividir en combates y pruebas de fuego, del agua o de las medicinas. Las ordalías con agua consisten en la inmersión del acusado en un pozo o río, y en sumergir la mano en agua hirviendo, muchas veces para sacar un objeto de un recipiente; a veces el líquido es aceite. Las pruebas del fuego más corrientes consisten en caminar sobre brasas o en aplicar hierro quemante en diversas partes del cuerpo. Los usos más frecuentes de medicinas consisten en su ingestión en estado sólido, o diluidas, o en la instilación en un ojo. En las formas bilaterales, acusador y acusado se someten a la prueba o directamente luchan, quedando en manos de Dios la ayuda para el inocente. A veces una prueba de estas tiene valor adivinatorio, y puede ser considerada un oráculo; se extraen pronósticos médicos o la adecuación del aspirante a un cargo.
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