divendres, 30 de març del 2012

Intrusos, intruders

Desde hace unos meses, a muchos conocidos les han entrado en sus casas. Unos individuos sin escrúpulos, algunos más violentos que otros, han invadido su intimidad. Les han robado, no solo materialmente, sino emocionalmente. Esta gentuza toca tus pertenencias, escoge y se apodera de lo que no es suyo sin ningún miramiento. ¿Qué más les da? Se lo quedan o lo revenden; como no les ha costado nada, pueden colocarlo al precio que quieran: saquen lo que saquen siempre será más de lo que tenían.
Sé de gente mayor que después de un robo ha necesitado tratamiento psicológico. Quizás les han quitado para siempre el recuerdo de sus parejas difuntas, o de sus hijos, o de sus padres.
Esta chusma te roba un ordenador que a lo mejor te costó un año de ahorro, o el anillo de tu primera comunión, o el reloj que te regalaron tus mejores amigos al hacer 40 años, o el cerdito que tu hijo va llenado de sus ahorros, o el sobre para pagar las clases de inglés de tus hijos, o el anillo de prometida, o la cámara de fotos que te compraste a medias con tus hermanos…
Lo peor de todo, crean una gran impotencia y rabia: no puedes hacer nada, no puedes borrar su rastro, para la policía eres uno más y tus lágrimas unas lágrimas más. Para las aseguradoras, lo mismo: uno más, y a veces una auténtica lucha para con ellas. En estos casos, poca empatía encuentras; mejor escudarse en la familia y los amigos, los únicos que te pueden arropar, los únicos que van a entender que unos delincuentes han estado fisgoneando en tus cosas, tocándolas y escogiendo las que más dinero les van a aportar. Rabia, impotencia y asco.

dilluns, 26 de març del 2012

Antropología Jurídica (XII): Estudio comparativo del derecho entre la obra de Malinowski y la de A. González (VII)

Esto se consigue si se puede interpretar de manera correcta ciertas señales o síntomas que aparecen en el cadáver exhumado (esta costumbre ha sido prohibida por el Gobierno); hay ciertas marcas sobre las cuales no puede haber ninguna duda. Ser castigado por orden superior[1]. Frecuentemente no se encuentran señales en el cuerpo, o los presentes no se ponen de acuerdo sobre ellas. La significación nos muestra las ofensas; de hecho, son faltas o pecados envidiables, pero peligrosos, ya que despiertan la envidia de los poderosos al mismo tiempo que envuelven al culpable de gloria. Por otro lado, como el jefe de distrito reacciona jurídicamente y castigándolos legalmente, los supervivientes se ven libres del deber de la venganza. Así, quien vigila la mediocridad de los otros es el jefe; este no puede utilizar la violencia física directa contra sus vasallos, cuando sólo tiene la sospecha, o cuando sólo la tendencia a destacarse señala al delincuente. Como medios legales correctos sólo puede recurrir a la hechicería, y pagarla de su bolsillo. Con todo, en la mayoría de casos, la magia negra se considera el principal instrumento del jefe para imponer sus privilegios y prerrogativas exclusivos. La brujería es un apoyo de los intereses creados; de aquí que a la larga lo sea de la ley y el orden. No es exclusivamente ni un método de administrar justicia ni una forma de práctica criminal; puede utilizarse de ambas formas, aunque no se utiliza nunca en oposición directa a la ley. En sí, es un agente benéfico de gran valor para la cultura primitiva. Todo en conjunto demuestra la dificultad para marcar un límite entre las aplicaciones casi-legales y las casi-criminales de la brujería. El aspecto “penal” del derecho en las comunidades salvajes es quizás aún más impreciso que el aspecto “civil”.
González señala que en muchas sociedades los procedimientos de brujería se inician con consultas privadas. En el África Occidental y el Sudán Occidental, la primera prueba es
Frecuentemente el interrogatorio del cadáver; se pide al cuerpo del difunto, o a alguna cosa que lo representa, que designe entre varias posibilidades la causa de la muerte, o entre varios sospechosos al culpable. Este, una vez designado, se somete a la ordalía por el veneno.


[1] Adulterio, haberse permitido ornamentos demasiado ambiciosos, adicción a comidas demasiado opulentas…; la descripción que hace Malinowski en este punto recuerda los siete pecados capitales (lujuria, pereza, envidia, gula, ira, avaricia y soberbia); los pecados mortales, capitales o graves culpan y privan al hombre de la vida espiritual de la gracia y lo hacen digno de la pena eterna.

dijous, 22 de març del 2012

Yo soy muy sincer@

El pasado fin de semana hablaba con personas, tanto hombre como mujeres, que buscan relaciones de amistad o de amor por Internet. La falta de tiempo, la comodidad, el anonimato, el no gustar las discotecas u otros motivos les llevan a recurrir a este espacio para ensanchar el círculo social, aunque la mayoría me comentaban que su objetivo era encontrar una pareja estable, sin rechazar amistades. Es una práctica cada vez más utilizada y ya no tan mal vista en España.
Estas personas coincidían en una cosa: todas pedían sinceridad. Cuando se utilizan páginas de pago, hay que rellenar como unas características físicas y psicológicas. Pero me decían: todos pedimos lo mismo, pero resulta que luego te encuentras con “sorpresas”: personas que no han roto con sus relaciones pasadas, fotos de hace 20 años, mentiras sobre el peso (más las mujeres), mentiras sobre la edad (tanto hombres como mujeres), personas que mienten sobre su estado civil (más los hombres), personas que mienten sobre el tener hijos (más las mujeres), etc.
Yo he reflexionado sobre la sinceridad. Si alguien te dice: “Uf, qué fea estás hoy”, será muy sincero, pero también un poco imbécil. Y yo parto de que las personas somos mentirosas, por el motivo que sea, para defendernos, porque nos gusta más una vida inventada que la que se tiene, porque no queremos que todo el mundo sepa de nuestra vida… Pero hay un límite. Si acabas de conocer a una persona y le cuentas toda tu vida, pero sobre todo la parte negativa para que lo sepa todo (¿sinceridad?), huirá. Pero si a las primeras de cambio una persona miente y se la pilla, también huirá.
¿Qué creo yo que está pidiendo la gente cuando pide “sinceridad” (que según la RAE es “Sencillez, veracidad, modo de expresarse libre de fingimiento”)? Creo que está diciendo “no me vuelvas a hacer daño, que ya me han hecho bastante”, “no me mientas en cosas que a largo plazo me van a doler”, “dame información sobre tu vida, pero poco a poco”. Y si pides, tienes que dar lo mismo. Creo que la mayor belleza de una persona está en ser natural, llevar bien tus años y tus kilos, estar orgulloso de tus hijos y de lo que hayas construido y, si en el pasado te has equivocado, aprender de ello, no esconderlo, y seguir adelante, en una página nueva del libro de tu vida. Creo que si conseguimos esto, somos “sinceros”, con los demás y con nosotros mismos.

dimarts, 20 de març del 2012

Anatomía de la anorexia, de Steven Levenkron

Creo que me acabo de leer uno de los mejores libros que he leído sobre anorexia: “Anatomía de la anorexia”, de Steven Levenkron. El autor, un conocido psicoterapeuta con clínica en Nueva York, combina la explicación de la enfermedad con ejemplos de casos, lo que hace la lectura muy amena, aparte que se entienden mucho mejor sus explicaciones.
En el libro habla de:
-          Identidad
-          Fases de la anorexia
-          Orígenes de la anorexia
-          El papel de los padres, la familia en general y el entorno
-          La feminidad
-          La influencia biológica
-          La enferma en la universidad (este punto ejemplifica el sistema universitario concreto de Estados Unidos, muy diferente al nuestro)
-          Tratamientos
-          Hospitalización
-          Embarazo
-          El psicoterapeuta afectuoso-autoritario
-          Incesto y anorexia (tema tabú, pero muy importante a tener en cuenta)

El final del libro incluye bibliografía y recursos para la anorexia (no sólo de Estados Unidos, sino también de España).
Un libro muy recomendable.

divendres, 16 de març del 2012

2012... Odisea en el burocraespacio

Siempre digo que no me gusta generalizar, ni los típicos tópicos… pero a veces casi tienes que dar la razón. Me explico. Nunca he creído en lo del “típico funcionario que no hace nada y siempre está desayunando” o “el típico funcionario que no sabe nada o se lava las manos”. Creo que este tipo de “trabajador” está tanto en el sistema público como en el privado. Así que quiero pensar que lo que me ha pasado esta semana ha sido mala suerte.
El martes fui a arreglar unos papeles en referencia a un ERE. Pues bien, me encontré a una funcionaria que sólo sabía combinar los monosílabos “sí, no” con la frase “no lo sé”. Claro, en vistas a esto, como tus preguntas se quedan sin respuestas y eres una persona muy positiva y aún tienes tiempo de arreglar papeleo, piensas, me buscaré un poco la vida.
Al día siguiente empieza una auténtica odisea de emails y llamadas. Una mañana enterita. Los emails se los van reenviando entre ellos, te llegan los “leído”… nadie te contesta. Las llamadas… se lavan las manos; que llames aquí, los de aquí te dicen que llames allá, lo de allá al más allá, del más allá a los otros… Son las dos de la tarde y aún no tienes respuesta.
Vuelves al día siguiente, presencialmente, con el pleno convencimiento que no te vas a mover hasta que no tengas tus temas resueltos. Y ese día tienes la grandísima suerte de encontrarte a una funcionaria que, aparte de competente, es simpática. Lo que no sabe se levanta y lo va a preguntar. Todas tus dudas quedan aclaradas, y tus temas resueltos. Y no tendríamos que dar las gracias porque la gente haga bien su trabajo, pero yo le di las gracias por no haberme hecho perder más tiempo y por haber sido tan resolutiva.

dilluns, 12 de març del 2012

El perro del hortelano...

… que ni come ni deja comer.
Hace unos días, en un periódico gratuito, leí una carta fuera de lo usual: una mujer, mediante el apartado de “cartas de los lectores”, se dirigía a la exmujer de su marido diciéndole que les dejara en paz, que ya estaba divorciada, que ya había hecho el suficiente daño tanto a ella como a su actual marido e hijos.
Hay mujeres, y también hombres, que no saben hacer un punto y aparte. No saben asumir un divorcio, ni saben perdonar, ni saben olvidar. Parece tan sencillo como divorciarse lo más civilizadamente posible, sobre todo por el bien de los hijos, si los hay. Pero no. Siguen ahí, marcando territorio, sobre todo si “huelen” que la expareja haya rehecho su vida. Entonces sacan sus armas de mujer o de hombre, y aprovechan toda la información que tienen, como buenos “ex”, para seguir fastidiando al prójimo. Y algunos y algunas tienen suerte: consiguen una discusión, una pelea, un distanciamiento…
Estos individuos bajan la actividad cuando están ocupados; es decir, cuando tienen una pareja nueva. Pero si ésta falla… vuelven a la carga, a veces con más intensidad, porque no soportan que el otro tenga suerte, emocionalmente hablando, y ellos o ellas no.
Lo que queda patente es que como la nueva pareja que se forme no tenga un amor y un lazo muy fuerte… lo tienen claro. Los “ex” (perros del hortelano) seguirán estando allí, siempre marcando territorio y dispuestos a enseñar los dientes. No se dan cuenta del daño que hacen a personas inocentes (nuevas parejas, hijos, familiares, amigos…), pero, sobre todo, no se dan cuenta del daño que se hacen a ellos mismos, autoimpidiéndose un “borrón y cuenta nueva”, empezar una nueva etapa de su vida. Tampoco creo que sean conscientes del daño a sus exparejas, queriéndose aprovechar de su debilidad y de los momentos bajos, haciendo continuos chantajes emocionales, económicos, etc.
Digo que no creo que sean conscientes porque, si lo son, estaríamos hablando de auténticas malas personas.

dijous, 8 de març del 2012

¿Maestros?

Hace unos días escribía alabando la labor que hacen muchos maestros. Hoy quiero dedicar unas palabras a esa, espero, minoría de mal llamados maestros que utilizan las aulas y los alumnos para desahogarse de sus convicciones políticas. A aquellos y aquellas que les han bajado el sueldo con los recortes, iros a quejar a quien toque, pero no les digáis a vuestros alumnos que como os recortan un tanto por ciento de vuestro sueldo vais a dar ese mismo tanto por ciento menos de rendimiento. Tampoco les digáis a los alumnos que los políticos son unos “individuos” que van a calentar asientos; habrá algunos que será así, pero no todos. Los políticos y los que nos mandan están votados democráticamente, y nos están gobernando aquellos que los ciudadanos han votado, nos guste o no, lo entendamos o no. Dedicaros a enseñar y dejad las panfletadas para fuera de las aulas, que para eso os pagamos entre todos, para que enseñéis el temario, la ética y la tolerancia. Los padres tendríamos que unirnos para luchar contra este tipo de “profesores”, y movilizarnos para que cambien de actitud como mínimo. Yo recomiendo a estos mal nombrados “maestros” que se dediquen a otra cosa, que trabajen en algún tipo de empleo que implique tener poco contacto social porque no aportan nada pero, sobre todo, bien lejos de nuestros hijos, que no tiene la culpa de vuestras miserias, vuestras iras y vuestras amarguras. Gracias.

dimarts, 6 de març del 2012

Los hundeempresas

Ayer hablaba con unos amigos. No siempre estamos de acuerdo pero ayer sí lo estuvimos. Hablábamos de que, no hace mucho, cuando un piso de una habitación valía 200 mil euros, cuando los bancos daban hipotecas a cualquiera, y les convencían de que pidieran un poquito más para comprarse un coche, en esa época en algunas empresas, sobre todo pequeñas, pasaba una cosa inusual: el trabajo llamaba a tu puerta. Por este motivo, muchas empresas obtuvieron muchos beneficios en esa época y hasta repartieron algunos de ellos entre sus trabajadores (a algunos más que a otros, por supuesto, pero a caballo regalado…). Aprovechando la ocasión, los “jefes de proyecto” (algunos sin personal a cargo, pero jefecillos)  de estas empresas pidieron un aumento de sueldo (de los que hacen historia) acorde con el momento de pisos a precios de palacetes, mientras el resto de los trabajadores seguían con sus subidas de IPC o poco más.
¿Qué ha ocurrido ahora? Pues que en épocas de vacas flacas, de crisis, esto es insostenible. No se pueden dar sueldos de directivos a 10 personas de una empresa de 25 (es un ejemplo) sólo porque en un momento determinado haya entrado trabajo y se hayan creído que son lo más de lo más. Porque esto es lo que hunde una empresa, entre otras cosas, pero es un principio. Las empresas se encuentran con trabajadores de sueldos muy altos con sueldos muy bajos. Pocos tienen un sueldo medio. Lo mismo que pasa en la sociedad. Los políticos se están empeñando en ahogar la clase media con sus impuestos y sus recortes… hasta que desaparezca. Si la cosa está tan mal que se entra en un expediente de regulación de empleo, se empieza a crear mal rollo, porque hay datos que empiezan a ser transparentes, como los sueldos: “este cobra tanto, y no hace nada…”. El caso más patético, por así decirlo, es aquel o aquella que, no teniendo trabajo, hace más horas de las necesarias: horas presenciales, porque defiende su puesto de trabajo, para ser visto, sobre todo por el jefe, a ver si cae la breva y se le desafecta… Estas horas presenciales pueden incluir hacer la siesta, imprimir cosas personales, hacer recados de 2 horas… Cosas que sólo se pueden permitir en pequeñas empresas con bajo control. En este momento todo vale para poder ser desafectado del expediente de regulación de empleo: aprovecharse de la relación con el jefe para llorarle del bajo poder adquisitivo que se tendrá ahora (sólo de oírlo se me caen las lágrimas…), decir que se va a tope de trabajo, por esto está 12 horas en la empresa… cualquier cosa vale. Pero se olvidan de lo insolidarios que son respecto de sus compañeros y, sobre todo, de la falta de ética, de su egoísmo. En estas épocas es cuando verdaderamente se conocen a las personas.
Todo parece de lo más absurdo, pero es así. Están apegados a su puesto de trabajo y lo defienden como sea. Tienen que justificar su inapropiadísimo elevado sueldo. La posibilidad de bajárselo, teniendo en cuenta su “yo lo doy todo por la empresa” … No existe. No importa si la empresa sigue hundiéndose. Y se entran en círculos viciosos: si este no hace nada, yo hago menos, que no me pagan para esto, lo otro o lo de más allá. La apatía aparece con sus grandes alas invadiendo a cada uno de los trabajadores, llevando consigo la falta de motivación y la ley del mínimo esfuerzo. Eso sí, se siguen quejando de la crisis, que no hay trabajo, que los proveedores no pagan… ¿Y si nos esforzáramos un poquito?