dijous, 29 de desembre del 2011

Mi inseminación (41): ¿Lo estoy o no lo estoy? ¡Esta es la cuestión!

Así de claro. Te piensas que la inseminación ha fallado. Te pones de un mal humor increíble. Pero aquel fin de semana pasa... y no te viene la regla. Sigues, durante los días siguientes, con los pechos muy sensibles, con dolor, un dolor que no conoces, pero hay personas que te dicen que esto puede ser el síndrome premenstrual. Y como nunca antes te has inseminado, crees que quizás la medicación te está dando estos síntomas.
- Bien, según las estadísticas, tampoco es fácil quedarte a la primera – te consuelas pensando -. Lo volveremos a intentar. Como mínimo, ya sé de qué va.
Los días siguen pasando y ya estamos en el día que te tiene que venir la regla. Pero no te viene. Cada vez que vas al lavabo te bajas la ropa interior con temor a la temible mancha. Pero no  está. Y aquel sábado, de aquella maravillosa semana, te despiertas, vas al lavabo (que cada vez es más frecuente), vuelves a la cama y piensas:
- Estoy embarazada.
Te pones la mano en la barriga y lo piensas, no sabes por qué. Una intuición, una sensación, lo que sea, pero lo piensas. Pero, siguiendo órdenes médicas, todavía tienes que esperar unos días para hacerte la prueba. Y durante estos días es una lucha entre saber interiormente que estás embarazada y los miedos que una misma se impone: a ver si será un embarazo psicológico, a ver si me vendrá la regla cuando menos me lo espere... Pero llega el día de hacerse la prueba.

dimecres, 28 de desembre del 2011

Mi insemnación (40): ¿Que hay alguien aquí dentro?

Todo el mundo te vendrá a ver hacia el atardecer aquella tarde, pero quieres comer tranquila y estar un ratito sola. Acabas de comer, y como todavía queda rato para que te vengan a ver, pues vas al sofá. Y como un acto reflejo: ¡piernas arriba! Sabes que es una tontería, pero “estás más cómoda” con las piernas arriba. Total, nadie te ve... Empiezan a llegar las visitas, y como las primeras son de confianza, ¡sigues con las piernas arriba!
- Es como un acto reflejo - piensas.
- Estoy mejor así - acabas diciendo.
Después ya viene más gente, y ya no queda muy bien que los invitados estén sentados y tú con las piernas en alto. Y te sientas como ellos, un poco inquieta porque no puedes levantar las piernas. Suerte que no quieren molestar mucho y no tardan mucho en marchar. Mira, pues a volver al sofá y... ¡piernas arriba! Qué postura más cómoda... Mientras cenas, te sientas como una persona normal, entre otras cosas porque no quieres que te siente mal la cena, pero después te relajas... con las piernas arriba. Y por la noche duermes con un par de almohadas bajo las piernas, para que se mantengan elevadas. Bien, tampoco haces daño a nadie, ¿no?
Y al día siguiente te despiertes con una sensación agradable (dejando a un lado el dolor de cabeza que tienes); es lo primero que piensas: lo he hecho, quizás ya se está formando un embrión, se ha fecundado.
Pasas el día relajada, te has pedido fiesta en el trabajo, a pesar de que ya puedes hacer vida normal. Pero te lo tomas con calma.
Te estiras en la cama, te tocas la barriga, y piensas:
- ¿Habrá alguien?
Al día siguiente vas al trabajo, te sientes diferente. De hecho, el día antes de la inseminación, cuando sales del trabajo, sabes que cuando vuelvas al cabo de dos días, estarás diferente, te habrán hecho una inseminación y quizás estarás embarazada; vas de camino al autobús, te vas fijando en las tiendas, vas marcando los pasos, coges el autobús, coges el tren, sabes que el próximo día que lo hagas algo habrá cambiado en ti.
Y todo el mundo te pregunta como estás, cómo ha sido el proceso... Y van pasando los días. Y justo diez días más tarde, porque te lo han hecho un martes y sabes muy bien cuántos días han pasado, te encuentras un viernes que tienes un mal de menstruación como nunca lo has tenido, y piensas:
- Mierda.

divendres, 23 de desembre del 2011

Mi inseminación (39): ¡Ya está, ya me han inseminado!

¡Y ya ha llegado el día! Vas sola, pero tu hermana y el padre de tu cuñado te vendrán a buscar. Estás analizando, para variar, todas las personas que hay en la sala. Hoy todo son parejas.
- Estarán para inseminarse, ¿también? ¿Qué deben de pensar ellos de mí? – iba pensando, supongo que también para calmar un poco los nervios, que son del todo inevitables. Son aquellos nervios mezclados con cierta euforia.
Había una pareja que parecía francamente cansada. Ella se había sacado, incluso, los zapatos, ponía los pies sobre el sofá, y se apoyaba en su compañero para dormir. La primera idea que te viene a la cabeza es que un poco mal educada sí parece, la verdad, en una clínica como esta estás acostumbrada al buen comportamiento, al buen saber estar. Pero reflexionas un momento y piensas en qué debe de estar pasando esta mujer para estar tan cansada, y quizás es que lleva ya muchas visitas, muchos tratamientos, quizás tiene problemas importantes. Y decides dejar de mirar. No es tan fácil juzgar a la gente en el tema de los tratamientos de reproducción asistida; tampoco te gustaría que te juzgaran a ti.
Sigues en la sala de espera, feliz y un poco nerviosa (como es muy normal)... y ves aparecer a tu hermana y al padre de tu cuñado.
- ¿Que no me teníais que venir a buscar?
- Ya no podíamos esperar más.
Y en pocos minutos ya te llaman:
- Ya puede pasar.
Vas camino de la consulta, como flotando. Entras en la consulta donde te harán la inseminación. Una ecografía de rigor, que todo esté correcto... y te enseñan el tubito, la probeta. Allí está. La semilla para engendrar. Piensas en cuando eras pequeña y te explicaban la historia de la abeja y las flores. Piensas en todos los que no podrán verte como madre, todos los que ya no  están: padre, abuelos, amigos que ya no  están. Deseas que te lo hagan todo muy bien, que el contenido del tubito no se desaproveche. Y entre pensamiento y pensamiento, ya ha pasado el proceso. Te dejan un rato estirado en la camilla, te van preguntando si todo va bien, y al cabo de unos minutos ya te puedes vestir. Unas últimas instrucciones del tratamiento, ¡y hacia casa!
¡Ya está hecho! ¡Ya estás inseminada! Es una sensación única, diferente, inexplicable. Vas a tomar algo con la familia que ha estado allí, estás bien, te sientes súper bien. ¡Y hacia casita!

dijous, 22 de desembre del 2011

Mi inseminación (38): ¡Al final me he pinchado! Ah... ¡control de ovulación!

Y ya está, otro prueba superada, y te encuentras con el primer control de ovulación, para saber qué medida tiene el folículo. 14 mm, ya queda poquito (te han explicado que tiene que llegar a unos 20 mm). “Pero tendrás que pincharte alguna vez más”. Este día lo recuerdo como un poco decepcionante, porque creía que ya me dirían qué día me harían la inseminación, y un poco angustioso, porque me tenía que pinchar y ya no tenía los permisos por ningún centro de atención primaria.
Así que no tienes más remedio que pincharte tú. No tienes ninguna otra alternativa. Te mires el cd un par de veces más y, a continuación, ya estás preparando el material. Y no te  has dado cuenta que ya te has clavado la aguja y, encima, lo has hecho perfecto, sin que corra la sangre. ¡Viva! La gente no se lo creerá, pero ya sabes pincharte. Y algunos no se lo creen. Bien, qué le haremos, pero tú te  das cuenta que desde aquel momento tienes que empezar a ser fuerte en algunas cosas, porque todo esto lo haces para ser madre, y te tendrás que enfrentar a muchos problemas. Cuando los médicos te están dando una medicación para que tú te la pongas es porque estás capacitada para hacerlo. Y así fue, lo aprendí tarde, pero lo aprendí. ¡Y ya no me dan miedo las agujas!
Dos días más tarde, otro control de ovulación.
- Todo correcto, 17 mm... tal día te haremos la inseminación – te dice la doctora que te atiende después de la ecografía de control de ovulación.
Te dan un nuevo tratamiento, también de pincharte, y no te importa, porque ya eres una experta... Y sales de la clínica casi saltando y chillando, llamando a todo el mundo para dar la noticia. Ya es un hecho. Un día y una hora, concretos. Tres días más tarde que el segundo control de ovulación. Cómo pasa el tiempo de rápido... Piensas un poco y entre la primera visita al médico y el día de la inseminación han pasado sólo dos meses.

dimecres, 21 de desembre del 2011

Mi inseminación (37): ¡Tema agujas superado!

Aquella noche, ya más tranquila, te miras el cd. Parece fácil, lo puedes hacer... Pero al día siguiente sigues con tus dudas. Y como no quieres dar más vueltas al tema, decides que para algo sirven los Centros de Atención Primaria. ¿Qué problema tenemos? Que vives en un pueblo y trabajas en la ciudad. Y, según tus cálculos, los días señalados para pincharte caen en laboral y festivos. Pues nada, a pedir permisos en dos centros, al de la ciudad y al del pueblo. Y como el tema este de la inseminación provoca mucha sensibilidad, pues no te ponen ningún tipo de problema y te desean mucha suerte.
Llega el día que te viene la regla. Pero no te viene mucho, y el médico te dijo que llamaras cuando te viniera del todo, cuando “ya está allí”. Al día siguiente te levantas deseando que te haya venido bien la regla (¡es la primera vez que quieres que te venga la menstruación en cantidad!). Y sí, ya parece una regla normal. Llamas a la consulta bien temprano, te llama la enfermera más tarde, le dices que ya la tienes, pero que de hecho te ha venido el día anterior, pero poca cosa, como marrón (das todo tipo de información detallada), la enfermera consulta con el médico, el médico dice que el día anterior no cuenta, que cuenta desde el día que estás llamando, que ya es menstruación, ellos se ponen en contacto con el banco de semen, y te recuerdan qué días te tienes que inyectar la medicación, la cantidad de medicación que te tienes que poner, y te dan hora para el primer control de ovulación.
Y así va ocurriendo todo. El tercero y cuarto día del ciclo vas al CAP del pueblo donde vives para que te pongan las inyecciones, el quinto y sexto vas al CAP de Barcelona, y el séptimo vuelves al del pueblo (es festivo).

dilluns, 19 de desembre del 2011

MI inseminación (36): ¿Agujas? No, gracias... ¡Pero yo soy muy fuerte!

Y nos encontramos, días más tarde, otra vez en la consulta del médico, para que evalúe cómo han ido las tres pruebas. Dos las llevas tú y sabes que han ido la mar de bien. La otra, la analítica, la tiene el médico, pero tienes la intuición que todo ha salido bien. Y sí, no te equivocas, todo correcto. Y observas al médico que va mirando todos los resultados y dice:
- Esto está muy bien.
Y ya sabes que la inseminación es inminente.
Te explica cómo funcionará todo. Te da una carpeta con todo tipo de explicaciones y detalles, y te explica cómo irá todo. De hecho, tú ya te has mirado y remirado mil veces la página web de la clínica y las informaciones que hay en la sala de espera. Sabes que la técnica para la inseminación con semen de donante es sencilla, indolora, sin anestesia; el día de la inseminación, el semen se procesa y se deposita en el útero. Tan sencillo como esto.
El médico mismo te llena la ficha del banco de semen con todos tus rasgos físicos y grupo sanguíneo. El objetivo es que el donante se ajuste a los caracteres propios de la madre, para que la criatura se asemeje lo más posible. Me ha sorprendido mucho que hay gente, un poco ignorante desde mi punto de vista, que me ha dicho:
- ¡Qué lástima! ¿No podías escoger tú los rasgos físicos del donante, y así poder tener una criatura con rasgos exóticos?
Son aquel tipo de comentarios que te dejan sin palabras, como si esto se tratara de un juego o de “crear” criaturas. En fin...
El médico también te detalla el tratamiento. Cuando te viene la regla tienes que llamar, el primer día, para poder dar aviso al banco de semen con tiempo, y te da unas recetas y una caja que contiene un set. Son inyecciones. Y tú no eres muy amiga de las agujas. Pero no pasa nada. El set también contiene un cd explicativo, y si el resto de mujeres puede pincharse, tú también. Aparte, te da un complejo multivitamínico que tienes que empezar a tomar cuando te acabes el ácido fólico (yo, previsora, fui un día al centro de atención primaria y mi doctora de cabecera me recetó ácido fólico cuando le expliqué que quería ser madre; en mi primera visita a la clínica, el médico me dijo que había hecho muy hecho, puesto que es muy importante para evitar malformaciones y abortos espontáneos). Se despide de ti con un apretón de manos. El médico está contento, y tú también.
Sales de la clínica más contenta que unas castañuelas. Pero el tema de las agujas...

divendres, 16 de desembre del 2011

Mi inseminación (35): Tercera prueba: Histerosalpingosonografía

Pues ya tenemos los resultados de la segunda prueba en las manos, todo correcto, y a esperar a la tercera. En esta también hemos hecho uso de Internet para saber de qué va y, por lo que leemos, decido ir acompañada... por si acaso. Repito, es un error mirar depende de qué en Internet, pero tuve que leer unas cuántas barbaridades algunas veces para dejar de hacerlo.
Volviendo a la prueba, al final quien te acompaña es tu hermana, que no conduce y, encima, está de baja por dolor de espalda. Pero es un buen apoyo moral. Y allí estás el día de la prueba, firmando un papel, el consentimiento, por si pasa algo. En esta prueba te tienes que aguantar las ganas de ir al lavabo y, claro, cómo no tenía que ser, sólo haces que pensar en ir al lavabo. La enfermera y la doctora te preparan y te explican de qué va la prueba.
- Es cómo cuando tienes el dolor de regla, pero algo más fuerte.
Y tú piensas:
- Que bien... yo no tengo dolor de regla...
Aparte, el día anterior al atardecer te has tenido que tomar un sobre de antibiótico que no te ha caído muy bien, la verdad. Tienes dolor de estómago y lo comentas:
- El antibiótico no me ha caído muy bien – dices, sin entrar en muchos detalles.
- Algunas pacientes nos lo han comentado. En algunos casos nos han hablado de diarreas y vómitos.
- Yo vomitar no lo he hecho.
Creo que queda claro.
Haces el intento de relajarte que te piden, te van explicando, lo llevas bien... y de repente te entra un mareo y unas ganas de vomitar que no puedes con ellas. Y la mujer con aguante y fuerte que llevas todo el rato demostrando da paso a una mujer a punto de llorar que avisa, contra su voluntad, que se está mareando y tiene ganas de vomitar. Aguantas algo más, pero:
- Me están entrando ganas de vomitar, tengo como un mareo.
La enfermera y la doctora se preocupan y paran de inyectarte el líquido, con la tranquilidad de que te explican que como las trompas no están obstruidas y el líquido pasa perfectamente sin mucha presión la prueba ya ha finalizado. Al dejar de inyectar el líquido, te vas encontrando mejor. Te dan un antiinflamatorio, y se aseguran que estés del todo bien antes de dejarte levantar. Los nervios ya han pasado, la prueba ha salido bien (la tienes en tus manos, la última prueba) y a descansar el resto del día. Vas corriendo (no literalmente) al lavabo a hacer un pipí y a cambiarte, y te vistes.
Además, un comentario de la doctora, te anima del todo:
- Está todo muy bien. ¿Hace mucho que lo intentas?
- No, es mi primer intento; soy madre soltera.
- Que tengas mucha suerte - te responde la doctora, con una sonrisa y un apretón de manos.
Y marchas de la consulta dando las gracias tanto a la doctora como a la enfermera, agradeciendo la información y que te hayan tratado tan bien. Y a partir de este día te solidarizas con todas las mujeres que tienen mucho dolor de regla y que tú siempre has pensado que son unas exageradas.

dijous, 15 de desembre del 2011

Mi inseminación (34): Pruebas 1 y 2: Analítica y ecografía

La primera prueba es sencilla. Una analítica de la cual enviarán los resultados al médico directamente; entre el tercer y quinto día de la menstruación. Después de esta prueba te regalas un almuerzo suculento por haber hecho ya la prueba número 1. Y te lo mereces, porque tú no vives en Barcelona, sino en un pueblo de las cercanías, donde has tenido que coger un autobús, el tren y el tranvía para llegar. Poca broma cuando esto se hace en ayunas. ¡Pero ya está, primera prueba superada! Nada que ver con las analíticas que te hacen en el Centro de Atención Primaria de tu pueblo, donde llegas a la hora que te han dicho, te pinchan y listos. Aquí tienes que coger número previamente, pagar o dar los papeles de la mutua, sentir alguna discusión sobre tal mutua y el consiguiente paciente enfadado, y esperar que te toque el turno. Pero ya está hecho. Prueba superada. 
Después viene la prueba número 2, la ecografía vaginal. Nada de especial, ya nos hemos hecho ecografías vaginales... la gran diferencia es que ahora te la harán con la menstruación, entre el tercer y el quinto día de la menstruación. Aquel día te despiertas deseando que no sea muy abundosa, pero ya tenemos la primera gran sorpresa; parece las Cataratas del Niágara. Te pones nerviosa, que dirán de ti por tener tanta menstruación... y te calmas pensando que quizás  habrá un bidé para lavarte un poco, como el día de la primera consulta, cuando te hicieron una citología, viste un bidé... Pero, ¡oh, sorprendida!, en las consultas donde te hacen las ecografías no hay bidés. Y le dices a la enfermera:
- Pero es que yo tengo mucha regla - casi llorosa.
Y ella, intentando calmarte:
- No se preocupe, muchas señoras tienen mucha menstruación, pero los médicos están acostumbrados.
Pero tú estás muy preocupada, y empiezas a coger un montón de papel de manos para lavarte, y entra la doctora y te pregunta si estás preparada. Y sales, avergonzada, y le dices:
- Es que tengo mucha regla...
Y ella te dice:
- Es como tiene que ser en algunas pacientes, sufrís más vosotros que nosotros.
Y empieza la prueba, te olvidas del tema, intentas relajarte y escuchar lo que te dice la doctora, que tú no vas acompañada de la pareja y sólo escuchan tus oídos. Y esta te dice, contenta:
- Esto está muy bien. Tienes 7 folículos en el ovario derecho y 7 en el ovario izquierdo.
Y estás contenta, porque la doctora está contenta pero, mientras te estás vistiendo, notas que te cambia la cara, porque acabas de darte cuenta que eres una auténtica ignorante de tu cuerpo. Sí, sabemos cómo se hacen los hijos, sabemos que tenemos la regla y sabemos que ovulamos, pero no tenemos ni idea de qué es un folículo, ni qué pasa cuando ovulamos ni cuando tenemos la regla. Llegas después al trabajo y preguntas:
- ¿Qué es un folículo?
Y la gente no  tiene ni idea, y todos hacia el Google a buscar qué es. En fin, cosas que pasan...
Que poco sabemos de nuestro cuerpo; nos escuchamos mucho, para saber si tenemos tal o cual enfermedad, a veces incluso nos automedicamos, jugando peligrosamente a ser médicos, y ni siquiera sabemos cómo funciona nuestro cuerpo. Esto me hizo pensar, y mucho.

dimecres, 14 de desembre del 2011

Mi inseminación (33): ¡Primera visita!

En la primera visita, me hicieron un historial, donde apuntan la edad, peso, altura, enfermedades, antecedentes familiares, etc. La enfermera no hizo ningún comentario al respeto. El médico después se lo miró y me dijo:
- Tu edad (treinta y siete) no me preocupa nada, siempre y cuando todo esté bien. Esto lo determinará las pruebas que te mandaré hacer. Y ahora, para empezar, haremos una citología.
Y te sacas un peso de encima, a pesar de que no sabes si todo está bien; pero, a priori, sabes que no eres una abuela. ¡Viva! Acercarse a los cuarenta es peligroso; no es imposible, y las técnicas ayudan, pero pasar de los treinta y cinco va en contra. Y por muchas citologías y revisiones anuales que pasemos y estén bien, no sabemos hasta qué punto somos fértiles. Es un poco angustioso pensar que no sabemos muy bien como está nuestro sistema reproductivo. Pero el médico te ha dado esperanzas que los treinta y siete no son preocupantes si todo está bien, y tú te aferras a esta esperanza, porque en todo este proceso quieres estar positiva y optimista, porque sabes que es muy importante mantener esta actitud. Sabes que esta actitud te servirá ahora, durante el embarazo y después. Ya iremos saltando los obstáculos que vayan apareciendo pero, ante todo, optimismo.
Este mismo doctor y todo lo que comporta la primera visita, desde que entras por la puerta de la clínica hasta que  sales, te confirman una cosa: las técnicas de reproducción asistida no es un tema que esté a la orden del día de manera usual, en los medios de comunicación, por ejemplo; pero la gran afluencia de público y la total naturalidad con que se trata todo el proceso por parte de médicos y enfermeras te hace sentir una agradable sensación de no estar fuera de lugar, que tus preguntas no son estúpidas y que no eres un ser de otro planeta por haber tomado esta decisión. Estás cómoda, a gusto entre especialistas en el tema de la reproducción asistida, no eres nada más y nada menos especial que ningún otro. Eres una persona más que necesita "que le echen un cable" en la tarea de tener un hijo. Así de sencillo. Y esta naturalidad te da una sensación agradable, un empujón más para seguir adelante.
Y sales con el encargo de hacerte las tres pruebas básicas para saber la fertilidad, para ver que todo va bien: analítica, ecografía vaginal y la prueba de las trompas (que concretamente se llama Histerosalpingosonografía, pero cuando te has aprendido el nombre te  das cuenta que nadie te entiende y hablas sencillamente de la prueba de las trompas). En la visita ya te han hecho una citología, así que una cosa menos.

dimarts, 13 de desembre del 2011

Mi inseminación (31): Explicando por aquí y por allá...

Y allí te plantas una tarde, en atención al cliente, servicio personalizado en una sala aparte, que el mostrador está demasiado lleno y tampoco hace falta que se  entere todo el mundo. Te esperas con tu amiga en una sala con unas butacas cómodísimas, todo muy bonito, y una gran característica: todo bastante silencioso. Esto hace que no tengas más remedio que ir comentando las jugadas con tu amiga con voz muy baja.
Te llaman, dejas a tu amiga con una revista del corazón (¡le apasionan!), te hacen entrar en otra sala, y te informan muy cuidadosamente, haces tus preguntas, ellos te hacen las suyas y te aconsejan en esto de los médicos, tienen en cuenta que eres una chica sin pareja, y tú misma pides que sea un médico sensible, que te trate con afecto y comprensión, y te dicen que si este es así, que si el otro es así. Y sales con una cita con el médico del cual, encima, tienes referencias. ¡Ya está hecho! ¡Has dado el primer paso! ¡Ahora mismo saltarías de alegría!
Porque parece una barbaridad, pero en el momento que ya tienes hora para el médico te das cuenta que todo el proceso empieza a coger consistencia de verdad, que ya no forma parte de un sueño dentro de tu cabeza. Ahora es real... Sales de la clínica y lo celebras con tu amiga. Las dos en el mismo proceso, pero de manera diferente: ella con su marido, tú sola. Y la ilusión es la misma. Porque las dos somos mujeres, y lo llevaremos dentro de nosotras, lo sentiremos crecer dentro y lo educaremos todo lo bien que podamos, como madre soltera o casada y con la ayuda inestimable de nuestras familias. ¡Sí, si todo va bien, seremos madres!
Aquel fin de semana informas a los amigos y a la familia que ya tienes hora.
- ¿Cómo es que no me habías dicho nada? Por qué no me lo dijiste y te  habría acompañado? – te dicen casi a coro.
- Pues porque no había que ir con toda la parentela a buscar hora, lo entendéis, ¿verdad? – contestas tú, muy divertida.
Lo explicas incluso a tus sobrinos pequeños, de siete y nuevo años. Ellos no han estado al margen del proceso, se lo hemos ido explicando de una manera sencilla, y cada cual lo entiende e interpreta a su manera. El grande ha cogido la idea que vas un día, te pinchan y te meten el niño. La pequeña lo ha entendido mejor y ha interpretado que vas un día y te pinchan una cosa para que después se haga un niño. De vez en cuando te pregunta:
- ¿Cuándo te pinchan? ¿Puede ser que te lo hagan por mi aniversario? Sería un buen regalo. ¿Podrá nacer también el día de mi aniversario?
Poder compartir la experiencia es verdaderamente enriquecedor.

dilluns, 12 de desembre del 2011

Mi inseminación (30): Buscando clínica...

Bien, primer paso: pedir información. ¿Cómo lo haces? Puedes tener la gran suerte de haber tenido una beca en el departamento de tu facultad hace unos años sobre el tema de la familia y las técnicas de reproducción asistida, de haber transcrito las entrevistas, y de tener una buena información previa... siempre ajuda, ¿no? Pero no es lo frecuente.
Es más normal pedir información a las clínicas (a pesar de tener la información, que no deja de tener unos añitos). ¡Ah! Y no olvidemos que, a pesar de que todo el mundo sabe que no se tiene que hacer porque Internet está lleno de mentiras, se acaba entrando en el Google, buscando en los foros y leyendo sobre lo que opina la gente sobre esta o aquella clínica. Resultado: un montón de información contradictoria que no te lleva a ninguna parte. Y acabas como tendrías que haber empezado: pidiendo información a clínicas. Quieres hacer una cosa seria, que te cambiará la vida. Todo tiene que ser información rigurosa, porque la información errónea te puede hacer bailar la cabeza.
Como eres una persona ocupada y no tienes todo el tiempo del mundo (no olvidemos que estamos hablando de la generación "todo terreno”) decides enviar correos electrónicos a tres clínicas, las que te parecen las mejores, aunque a ti, por lo que sabes, sólo te gusta una. Esperas impaciente las respuestas, pero tampoco mucho, porque te responden todas el mismo día. Vas leyendo, en algún caso contestas alguna pregunta que te han hecho... y descartas de la manera más primitiva que tienes: como esta y aquella me han contestado con un correo que no cuadrava mucho con el anterior o me han enviado el mismo correo dos veces seguidas, esto quiere decir que no funcionan muy bien; y te quedas con tu primera opción, con la “tranquilidad” de haber utilitzado tu propio sistema de descartar, basado en la intición. Y esta, la intuición, sin saber muy bien por qué, formará parte de tu vida durante los meses siguientes, y quién sabe si durante años.
Una vez tienes el correo electrónico, viene un paso importante: ir a la clínica. Porque tú no quieres hacerlo como te dicen, que llames para pedir hora con tal o cual doctor. No, no... tú tienes que ir en persona, porque quieres ver las instalaciones, notar el trato humano. Y... ¡cómo no tendría que ser!... Vas con una amiga, que también busca un hijo, porque este primer momento lo tienes que compartir con una persona lo más sensible al tema posible; al menos, yo lo quise así. Más adelante no hace falta, vas tú sola, y muy orgullosa; pero en el primer contacto, mejor acompañado, ¿no?

dimecres, 7 de desembre del 2011

Mi inseminación (29): ¿Queremos el apoyo de los otros?

En último lugar, buscas el apoyo en quien de verdad te importa: familia, amigos y algunos compañeros de trabajo. Ellos saben que ya lo has decidido y te apoyan, sin más historias ni tonterías.
 - Aquí estaremos.
Y punto. Bien, quizás en la familia siempre hay un punto más a favor si resulta que has tenido una tía-abuela que hizo lo mismo que tú, no con inseminación, pero sí en lo querer ser madre soltera, querer tener un hijo sin la necesidad de tener un hombre al lado. He pensado muchas veces en la hermana de mi abuelo, cómo en aquellos tiempos tomó la decisión en una sociedad que repudiaba las madres solteras. Buscó un hombre que no le pudiera reclamar el hijo (casado, con hijos y comerciante, pocas veces más lo vería), cosa impensable hoy en día, en la era de las pruebas de paternidad (y del SIDA, usar este método hoy en día, con un prácticamente desconocido, podría significar una sentencia de muerte). Y muy bien que le fue a esta señora. Subió a solas un niño que ha llegado a ser un buen hombre en la vida. Muy orgullosos se han sentido el uno del otro.
¡Así que dicho y hecho! No hacía falta este tipo de indagaciones; de hecho, no buscas el visto bueno de los otros una vez decidido, pero sí empiezas a buscar reacciones, porque no dejas de hacer una cosa cada vez más habitual, pero que no entra dentro de “las normas sociales establecidas”, tan vigentes hoy en día.
Incluso todavía hay gente que se pone las manos a la cabeza y que tiene un poco de ignorancia sobre el tema. Inseminación, FIV, técnicas de reproducción asistida... no forman parte del vocabulario de todo el mundo. Se oye hablar en momentos puntuales en los medios de comunicación, pero hay mucha confusión en las técnicas. Yo misma me he encontrado corrigiendo a algunas personas, y diciendo:
- No, no, nada de probetas, ni de implantación de embriones, a mí me han hecho una inseminación artificial con semen de donante.

dilluns, 5 de desembre del 2011

Mi inseminación (28): ¿Qué es tener un hijo?

Recuerdo momentos en mi vida de haber oído auténticas chorradas alrededor del tema del embarazo y de los hijos. Recuerdo una persona que decía que le encantaba estar embarazada porque la dejaban sentar en el autobús. Patético. Y recuerdo haber hecho un trabajo durante la carrera en un hogar de acogida donde la asistente social me explicaba que había niños que no eran escogidos por algunos energúmenos (supuestos buenos samaritanos) por no ser lo suficientemente “monos”, con rasgos, por ejemplo, de etnia gitana, “que no acababan de convencer”, o rechazaban llevarse hermanos (teniendo en cuenta que uno de los objetivos de la acogida podría ser no separar los hermanos), y que  había niños y niñas que habían sido devueltos incluso tres veces al hogar de acogida porque a las primeras de cambio de un mal comportamiento ya no los querían. No hay que olvidar que estas criaturas en acogida venían de hogares totalmente desestructurados. Algunos no tuvieron ni una segunda oportunidad. Una auténtica lástima.
Una lástima que en el mundo  haya criaturas que reciben maltratos de todo tipo, que sean abandonados, que sus padres no se los quieran. Y aquí no estoy hablando de clases sociales ni económicas. Hay personas que con pocos recursos sacan los hijos adelante. Aquí se está hablando de querer tener hijos, de meditar qué te comportará tener uno o más hijos. No se tendrían que tener porque toca, o para arreglar matrimonios. Y quien no quiera, que tome medidas. Es cierto que en muchas sociedades del mundo la prevención en embarazos es inexistente, las medicinas, los preservativos, no llegan. Pero en nuestra sociedad sí. Hay campañas de prevención, centros de planificación familiar, educación sexual. Pero algo falla en la educación cuando una adolescente se queda embarazada porque piensa que a ella no le pasará. Más grave me parece que esto lo piense un adulto.
Todo ello te hace pensar y reflexionar qué es tener un hijo y educarlo. Y encima con la gran suerte que eres mujer y que estás preparada físicamente para engendrarlo y tenerlo dentro de ti. Que te puedes plantear la inseminación artificial con semen de donante u otras técnicas de reproducción asistida porque eres mujer. A veces me pregunto: ¿qué pasaría si fuera el hombre quien tuviera este sentimiento, este deseo, esta necesidad? ¿Hay casos? Nunca he oído hablar de ello, y no lo sé. Pero  pienso en ello y, si se diera el caso, tiene que ser muy duro para un hombre.